29 de Junio
San Pablo, el Apóstol
infatigable de los Gentiles, se convirtió del judaísmo
en el camino a Damasco, lugar en donde permaneció
algunos días después de su bautismo y de allí partió a
Arabia, posiblemente por un año o dos para prepararse
para su actividad misionera futura. Habiendo vuelto a
Damasco, permaneció allí durante un tiempo predicando
en las sinagogas que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios. Por esto se ganó el odio de los judíos y tuvo
que huir de la ciudad. Fue entonces a Jerusalén a ver
a Pedro y rendirle homenaje como Cabeza de la
Iglesia. Después regresó a su Tarso nativo dónde
empezó a evangelizar a su propia provincia hasta que
fue llamado por Bernabé a Antioquía. Transcurrido un
año, a causa de una hambruna, ambos, Bernabé y Pablo
fueron enviados con limosnas para la comunidad
cristiana pobre de Jerusalén. Habiendo cumplido su
misión volvieron a Antioquía. Poco después, Pablo y
Bernabé hicieron la primera jornada misionera,
visitando la isla de Chipre, luego Panfilia, Pisidia y
Licaonia, todas en Asia Menor y estableciendo las
iglesias de Pisidia Antioquía, Iconio, Listra y Derbe.
Después del Concilio Apostólico de Jerusalén, Pablo,
acompañado por Silas y más adelante también por
Timoteo y Lucas, hizo su segundo viaje misionero,
volviendo a visitar primero las iglesias establecidas
antes por él en Asia Menor y atravesando Galacia más
tarde. En Troas tuvo la visión de un macedonio que lo
impresionó y la tomó como una llamada de Dios para
evangelizar en Macedonia. De esta forma navegó por
Europa y predicó el Evangelio en Filipo, Tesalónica,
Beroa, Atenas y Corinto. Luego regresó a Antioquía
vía Éfeso y Jerusalén. En su tercera jornada
misionera, San Pablo visitó casi las mismas regiones
que en el segundo viaje pero en Éfeso permaneció casi
tres años y la hizo el centro de su actividad
misionera. También hizo planes para otra jornada
misionera, dejando Jerusalén para ir a Roma y España.
Las persecuciones de los judíos le impidieron lograr
su propósito. Después de dos años de encarcelamiento
en Cesárea finalmente llegó a Roma dónde pasó otros
dos años en cadenas. En Los Actos de los Apóstoles no
encontramos ninguna información posterior sobre la
vida del Apóstol. No obstante, sabemos por las
Epístolas Pastorales y por la tradición que al final
de esos dos años San Pablo fue liberado de su
encarcelamiento romano y viajó a España, después de
nuevo a Medio Oriente y otra vez volvió a Roma dónde
fue encarcelado por segunda vez y decapitado en el
año 67. El incansable interés de San Pablo y el afecto
paternal que sentía por las iglesias establecidas por
él nos han dado las catorce Epístolas Canónicas. Sin
embargo, es bien cierto que dejó otras cartas que se
han perdido. En sus Epístolas, San Pablo muestra ser
un pensador religioso profundo y ha tenido una
influencia formativa duradera en el desarrollo de
Cristiandad. Los siglos sólo hacen más evidente la
grandeza de su mente y de su espíritu.
Con agradecimiento al Catholic Online.
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